

Como profesional de la salud, destaco por mi empatía, sensibilidad humana y respeto a la diversidad cultural, social y religiosa de cada paciente. Mantengo un adecuado manejo del estrés y equilibrio emocional, actuando con serenidad ante la presión. Mi paciencia, autocontrol y tolerancia fortalecen la calidad de mi atención, y mi capacidad para generar confianza asegura una relación médico–paciente basada en el respeto y la comprensión.