Edgar Geovanny Guancha Enchunchala

En mi día a día como escolta VIP, he ido aprendiendo y mejorando poco a poco. No me considero un experto ni mucho menos perfecto, pero sí alguien comprometido con su trabajo. Cada situación me ha enseñado a estar más atento, a observar con más detalle ya tomar decisiones con mayor criterio. Lo que hago lo intento cumplir dentro de los estándares de seguridad que he ido aprendiendo, guiado muchas veces por la experiencia y el instinto, pero siempre con respeto por el protocolo.

Al principio, trabajar en equipo no fue fácil para mí. Me costó adaptarme, compartir responsabilidades y confiar en los demás. Pero con el tiempo y gracias a los compañeros que he tenido, he aprendido que la seguridad no es solo tarea de uno, sino el resultado del esfuerzo conjunto. He ido desarrollando valores como la responsabilidad, la disciplina, el respeto, la empatía y la comunicación, no por obligación, sino porque los he visto necesarios en cada operación.

Sé que hay mucho por aprender, y justamente por eso me esfuerzo cada día. No busco sonar como el mejor, solo quiero hacer bien mi trabajo, cuidar a quienes están bajo mi protección y seguir creciendo en esta área que, con humildad, he aprendido a valorar profundamente.

Desde muy joven me incliné hacia actividades que exigían disciplina, constancia y equilibrio entre mente, cuerpo y espíritu. Practiqué deportes de alto rendimiento y tiro, donde no solo desarrollé habilidades técnicas, sino también una mentalidad enfocada, paciente y resiliente. Gracias a ese esfuerzo, tuve la oportunidad de competir en campeonatos internacionales y participar en entrenamientos en Europa junto a unidades de élite, como los GEO de España. Fueron experiencias que marcaron un antes y un después en mi forma de pensar, actuar y enfrentar los retos.

Ese camino me preparó para asumir responsabilidades mayores. Tuve el honor de servir en la Presidencia de la República del Ecuador como escolta VIP, una experiencia que me enseñó el verdadero valor de la discreción, la anticipación, el trabajo en equipo y la vocación de servicio. Cada día en ese cargo fue una lección de humildad, profesionalismo y compromiso con la seguridad de los demás.

Mi paso por las Fuerzas Armadas no solo fortaleció mi formación técnica, sino que me ayudó a crecer como persona. Aprender a liderar con ejemplo, a obedecer con respeto ya tomar decisiones bajo presión con claridad y responsabilidad. Hoy, con cada experiencia vivida, sigo trabajando en ser no solo un mejor profesional de seguridad, sino también un hombre íntegro, consciente del peso de su rol y siempre dispuesto a seguir aprendiendo.